martes, 29 de septiembre de 2009

Fútbol y Sociedad, con Pablo Alabarces

En las últimas semanas las autoridades judiciales y la Alcaldía de Medellín han sido objeto de varias críticas por las decisiones tomadas entorno a las sanciones impuestas a las barras Los del sur, del Atlético Nacional; y Rexixtenxia Norte, del Deportivo Independiente Medellín, por los actos de violencia protagonizados en el Torneo finalización de la Copa Mustang 2008. Además, también se han conocido, a través de diferentes medios de comunicación, el fallo judicial en el cual ocho hinchas del Independiente Medellín fueron condenados a más de diez años de prisión con derecho al recurso de apelación por la muerte de un hincha de Nacional. Sin embargo, a ocho seguidores de este último, otro juez les concedió la detención domiciliaria al considerar que no representan ningún peligro para la sociedad. ¿Cuál será el mensaje que les están enviando el gobierno municipal, en cabeza de Alonso Salazar, y las autoridades judiciales a las llamadas barras bravas de esa ciudad?

En entrevista con Pablo Alabarces, especialista en el análisis de las culturas populares y uno de los fundadores de la sociología del deporte en América latina, quien además es autor de los libros Crónicas del aguante (2004), Fútbol y patria. El fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina (2008), entre otros, hablamos sobre el fenómeno de la violencia en el fútbol argentino, su aparición, su entorno y el papel que juega la sociedad argentina frente a éste.

Juan Diego Valencia: ¿En qué momento aparece el fenómeno de las barras bravas en Argentina?

Pablo Alabarces: El apogeo, el estallido de las barras bravas en Argentina, coincide con el final de la dictadura. Durante esos años se presenta un proceso de relación clandestina entre los líderes de las barras, los dirigentes deportivos, autoridades deportivas y dirigentes políticos. Todo esto sale a la luz pública al final de la dictadura, digamos por la posibilidad de la aparición pública. Lo que permite este estallido, el marco de legitimidad de esa acción, es la violación del contrato básico del monopolio de la violencia en manos del Estado que había sido violado en la dictadura por el propio Estado. Las barras bravas reproducen por homología el modelo de grupo de tareas argentino. Es decir, los grupos clandestinos de paramilitares y militares encargados de la represión ilegal en la dictadura. No hablo de una reproducción lineal, hablo de que las barras bravas ocupan esos espacios y asumen las tareas de estos grupos clandestinos. Es decir, las barras no secuestran a nadie, no fusilan a nadie, no torturan a nadie, no tiran a nadie de un helicóptero. Lo que pasa es que un grupo de muchachos va, rodea a un técnico y le dicen: “me parece que te tenés que ir, y como es lógico el técnico se va”. En ese sentido, las barras bravas se hacen totalmente visibles para la sociedad porque realizan, además, actividades totalmente legítimas dentro y fuera de la cultura futbolística. Es decir, un tipo se siente importante porque hace parte de una barra en tanto no hace más cola para ser atendido por un médico, por eso mismo el individuo adquiere legitimidad en la sociedad por el hecho de ser miembro de una hinchada.

J D V: ¿En 2008 murieron aproximadamente 10 personas en incidentes violentos que rodearon el fútbol colombiano, cómo ha sido la situación de violencia en el fútbol argentino?

P A: En argentina la estadística es muy desvirtuada porque en un solo incidente, sucedido hace aproximadamente 40 años en el Estadio Monumental de River Plate, se cuentan más de 70 muertos. Hasta ese acontecimiento, muy a vuelo de pájaro, los muertos suman 20. Hoy día la historia habla de algo así como 230 ó 240 muertos en la historia del fútbol argentino1.

J D V: ¿Cómo ha actuado la justicia argentina frente a los responsables de estos actos de violencia?

P A: Las barras bravas no son culpables de los actos de violencia. En última instancia son el brazo ejecutor de una cultura estructurada por dos cosas: el aguante y la corrupción. Las barras bravas, finalmente, lo que hacen es decirle al fútbol argentino: “¿por qué nos miran?, si nosotros somos tan corruptos como todos ustedes, reclamamos nuestra parte en el negocio”. Por ejemplo, un caso de esos explota el año pasado (2007) con una interna en la barra de River Plate, que deja como resultado el crimen de Gonzalo Acro. ¿Qué aparece allí? ¿Una disputa de poder simbólico o una disputa de prestigio? ¡No!, había una cantidad de dinero en juego porque la barra de River pactó con la dirigencia del mismo club un porcentaje por la transferencia de sus jugadores, porque habían recibido fondos negros clandestinos para viajar al mundial de Alemania 2006, porque habían traficado con entradas oficiales del mundial. Eso es un fenómeno de corrupción espectacular donde la barra le reclama a una institución futbolística diciendo: ustedes son corruptos, nosotros también, nosotros a cambio de participar en esto lo que hacemos es callarnos la boca, alentar, agitar, etc. etc.

J D V: ¿Cuánto se investiga el problema de la violencia en el fútbol argentino?

P A: No hay grandes financiamientos para investigar la relación fútbol-violencia. Desde 1990 se han realizado solo dos tesis de doctorado. En los mass media no se investiga, o eso depende de los medios. Hay periodistas muy inteligentes, muy sensibles, muy lectores, pero la mayoría prefiere la calificación estigmatizadora, es decir la segmentación del problema. Se dice: “es un problema solamente de unos ciertos grupos llamados barras bravas que son todos irracionales, bestias, salvajes, animales, negros y lo que hay que hacer es suprimirlos y solucionar todo el problema”. Ahí se muestra ignorancia y complicidad. La academia tiene un sistema de legitimidad y autonomía sin duda mucho mejor que el periodismo: no es socia de Julio Grondona, presidente de la AFA, en cuanto a derechos televisivos, ni socia del Ministro del Interior, ahora encargado del Ministerio de Justicia y encargado de la seguridad, quien además fue intendente de la ciudad de Quilmes por lo tanto responsable de la barra brava del Club Quilmes durante doce años. Entorno a la relación medios academia, en estos años algo ha cambiado. Nuestra voz, la de la academia, es buscada y autorizada. Por ejemplo, alguna gente en un bar se me acercaba y me decía: “usted no me conoce, ¡he!, pero yo lo escuché”.

J D V: En ese sentido, ¿qué papel juega la sociedad ante este fenómeno?

P A: El mismo tipo que reclama el castigo sobre los hechos de una barra, es el que festeja con otra. Ese es el mundo de legitimidad de la violencia, no hay reconocimiento de los problemas, hay hipocresía. Mi pelea argumental pública, debido a que cada tanto hay un muerto, es decir que no se trata de un fenómeno de excepcionalidad sino de una lógica que organiza a toda la cultura futbolística argentina: el aguante. En términos de la sociología británica podríamos llamarla una subcultura muy orgánica que estructura todas las prácticas. Y al hablar de eso no se trata solamente de las barras bravas, se trata de todos los hinchas activos del fútbol argentino, sea aquellos que demuestran el aguante en el combate o aquellos que demuestran el aguante alentando a sus combatientes.

En Argentina hay una ONG llamada Salvemos al fútbol que trabaja con otra que se llama
“Familiares de víctimas del fútbol” (Favifa). Salvemos al fútbol es dirigida por una joven que tuvo incidentes fuertes con la barra de un Club y Mariano Bergés, abogado y ex juez. Favifa fue creada por la mamá de un chico asesinado en la Copa América del año 1995 realizada en Uruguay. Estas organizaciones permiten mayor difusión de las ideas alternativas respecto del fenómeno y como soy cada vez más pesimista frente a la posibilidad de las acciones del Estado al respecto, me convenzo más de que la responsabilidad pasa por los hinchas asumiéndose como actores de la sociedad civil. Cada vez creo más en la capacidad de la sociedad civil en auto organización y empoderamiento. En el fútbol también. En Inglaterra, la confederación inglesa de hinchas, fue estructurada como organismo de la sociedad civil. Con mucha fuerza. Hay un estigma en Argentina para con los jóvenes de las clases populares de quienes se dice: “lógico que puede hacer esta gente si no les da la cabeza”. Y ese fenómeno es similar al sucedido de parte de la sociología británica cuando decía sobre el tema: se trata de jóvenes rudos, de clase obrera, excluidos en procesos civilizatorios.

J D V: Desde el año 2007se discute en AFA un plan llamado de Empadronamiento de hinchas, además de la puesta en rigor de varias leyes que buscarían disminuir los hechos de violencia entorno al fútbol, ¿qué opinión tiene usted acerca de esto?

P A: Argentina tiene un lugar común y es copiar a los ingleses. Lo que no hacen es estudiar, y eso fue lo que hicieron los ingleses. En Argentina se quiere tener a todos los hinchas sentados, con eso se logra tenerlos identificados uno a uno, un disciplinamiento social espantoso. Po el contrario, los ingleses comenzaron con el Tyler report: organizaron, como una democracia merece, una comisión que se encargo de investigar la masacre de Heysel en 1985 mientras se jugaba la final de Copa de Europa, y los belgas le entregaron la investigación a la academia, a la Universidad de Lobaina, no a la policía, y por ejemplo en Argentina nadie leyó el Tyler report. Lo único que puedo decir es que lo primero que hay que hacer con el fenómeno de la violencia en el fútbol es estudiarlo. Hay que preguntarse si sabemos de qué hablamos cuando relacionamos el tema de las clases sociales con el fútbol, que en el caso de Argentina es muy claro: hay barras obviamente muy populares pero también encontramos que una de las peores barras, la más violenta del fútbol argentino, la del Club Atlético River Plate, es una barra de clase media alta. Hay que hacer investigación para saber qué sectores de la sociedad están involucrados en el fenómeno, y después hacer trabajo antropológico, etnografía en las hinchadas.

J D V: ¿Qué resultados arrojarían estos estudios?

P A: La primera versión que dieron los ingleses tras la masacre de Hillsborough fue que había sido un desmán de los hooligans. Sin embargo, la investigación descubre que la culpabilidad reposaba en un mal manejo policial frente al movimiento de las masas, aterrado por los hooligans, es decir la paranoia del hooligan causó la muerte de 96 personas. Esa idea de la paranoia nos lleva a pensar que todos son delincuentes.
Por el contrario, hay que hacer un reconocimiento democrático de los derechos de los hinchas: el ingreso de banderas, el uso de instrumentos musicales y el ingreso de pirotecnia en el sentido en que cuando se legaliza se puede controlar si no se podría causar alguna tragedia. Además, debe presentarse un contrato democrático, legítimo público y legal entre el jefe de la barra y el comisario de policía para llegar a un acuerdo de lo que puede y no puede hacer la barra, por ejemplo, hacerles conocer sus deberes democráticos como son no matar a la gente, no agredir a los jugadores, entre otros .

J D V: Por último, ¿qué considera usted que falta por hacer para enfrentar este fenómeno?

P A: Una de nuestras conclusiones es que hacen falta políticas públicas nacionales, de carácter netamente democrático, y el fútbol ha adquirido tanta fuerza en la sociedad porque, entre otras cosas, es el mejor ejemplo del imaginario democrático de la sociedad moderna. Por ejemplo, el rico contra el pobre, el débil contra el fuerte, donde cualquiera puede ganar. Sin embargo, el fútbol se ha convertido profundamente antidemocrático: gana el más poderoso sistemáticamente, se conocen escándalos de corrupción, dineros de por medio, prebendas, etc.
Finalmente, la solución del problema de la violencia en el fútbol, en última instancia, es más democracia, radicalmente más democracia. De esta manera, yo trato de reivindicar el viejo ideario liberal del siglo XVIII de que todo individuo es inocente hasta que se le demuestre lo contrario. Aunque en el fútbol, el tratamiento de la violencia sugiere que todo espectador es un delincuente. El problema es que no se pueden democratizar las relaciones sociales sino las democratizas integralmente. Por eso afirmo que no se puede comenzar un proceso de estos sin intervenir los organismos deportivos.

Entrevista realizada el domingo 22 de febrero de 2009.

JUAN DIEGO - REXIXTENXIA NORTE

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